El 24 de mayo, un día antes de la entrada en vigor del Reglamento Europeo de Protección de Datos (RGPD), la jefa de privacidad de Facebook, Erin Egan, emitió un comunicado en el que informaba a los usuarios de la red social sobre la materia en cuestión: “A partir de esta semana, vamos a pedir a todo el mundo en Facebook que consulte la información importante sobre su vida privada, así como sobre el control de su navegación en Facebook”. El motivo fundamental, enunciaba Egan, es que “La gente nos ha dicho que quiere explicaciones más claras sobre los datos que recopilamos y sobre la manera en que los utilizamos”.
Tres días después, el 27 de mayo, el fundador y máximo exponente de Facebook, Mark Zuckerberg, aprovechaba una conferencia pública en Viva Tech, la feria de la tecnología celebrada en París, para recoger el testigo de su colega e informar sobre su completa consonancia con el nuevo reglamento: “El RGPD se centra en unos principios básicos: el control y la transparencia sobre el uso de la información y, asimismo, la rendición de cuentas cuando las empresas hacen un mal uso de dicha información. Y esos son valores que nosotros siempre hemos compartido”.
A partir de esta idea, Zuckerberg fue un poco más allá y afirmó que “Ahora que ya lo hemos hecho en Europa, queremos estar seguros de que todo el mundo disfruta de la misma clase de estrictos controles”. En definitiva, y en palabras del propio Zuckerberg, el RGPD es un “paso en la dirección correcta”, que vendría a reforzar la tan devaluada confianza que los usuarios tienen ahora mismo tanto en las redes sociales como en muchas otras facetas que vinculan su privacidad con las nuevas tecnologías. En esta línea, el CEO de Facebook remarcó que “Una buena regulación puede incrementar la confianza pública en que estos sistemas están funcionando, y asegurar a las personas que las empresas están respetando sus deseos”.
La redención de Zuckerberg
Zuckerberg aprovechó su comparecencia en París para volver a pedir perdón en lo que ya viene siendo su letanía habitual durante estos últimos meses. Los escándalos sobre filtraciones de Facebook y sus vínculos con la campaña política de Trump siguen resonando en la mente tanto de usuarios como de empresas, por lo que esta ocasión era idónea para volver a entonar el mea culpa: “Debemos asumir una mirada más extensa sobre nuestra responsabilidad”, afirmó, para, de este modo, no simplemente “reaccionar frente a problemas cuando estos se presentan”. En definitiva —y aunque a toro pasado—, la propuesta de Zuckerberg de cara al futuro de la privacidad es clara: anticiparse y erradicar los problemas de raíz. “Esta es la máxima prioridad en la actualidad”, sentenció.
La relajación y confianza mostradas por Zuckerberg durante esta comparecencia contrastaron con el aspecto más rígido que el fundador mantuvo el día anterior, durante su encuentro con el presidente francés Emmanuel Macron, que tuvo lugar en los jardines del palacio presidencial parisino. Macron no dejó pasar la ocasión para volver a recordar que los gigantes tecnológicos como Google o Facebook deben pagar los impuestos que correspondan, atendiendo al país en el que lleven a cabo sus actividades.
Con todo, Zuckerberg pareció salir airoso de este encuentro, o al menos así lo insinuó en un comunicado publicado en Facebook, en el que aseguraba que su empresa “seguirá invirtiendo en Francia en los próximos años”. Nada extraño, sobre todo teniendo en cuenta que su compañía instaló un laboratorio de inteligencia artificial en París hace solo tres años, que vino a sumarse a los ya existentes en California y Nueva York.